Independiente parece no tener
salvación. Luego de la derrota sufrida ante River, se aproxima al abismo que lo
depositaría en la B Nacional y podría estar transitando sus últimas horas en la
elite del fútbol argentino si Argentinos Juniors le gana a San Lorenzo esta
noche.
Pero
la caída libre del Rojo no data de estos últimos partidos, ni siquiera es
patrimonio exclusivo de esta temporada. La crisis deportiva, económica e
institucional del conjunto de Avellaneda tiene su epicentro en un sinfín de
malas decisiones, derroches de dinero y rendimientos futbolísticos que no
superaron las expectativas.
El
comienzo de la debacle se hizo presente bajo la conducción de Julio Comparada,
quien dejó un club practicamente en ruinas y con un estadio a medio construir.
La conquista de la Copa Sudamericana en 2010 obnubiló al mundo rojo e hizo que
propios y extraños subestimaran la situación. El desvelo por la gloria
internacional relegó a Independiente a la última colocación de la tabla, algo
que marcaría el principio del sufrimiento por el promedio.
La
danza de entrenadores alimentó aún más el confuso panorama e hizo que hasta el
Tolo Gallego, técnico ídolo del club, deba retirarse por la salida de emergencia.
Entre cuentas que no cerraban -ni en los promedios ni en las finanzas- asumió
como presidente Javier Cantero. La profunda crisis institucional se acrecentó
cuando el máximo dirigente se propuso hacer frente a los barras para
desterrarlos del Libertadores de América.
En
lo futbolístico, el panorama no cambió demasiado. Salvo esporádicos momentos de
esperanza o algunos resultados a favor, el hincha nunca pudo dar rienda suelta
a la ilusión. El clamor de la gente y la presión mediática sumió a los
jugadores en un profundo nerviosismo que, obviamente, se trasladó al campo de
juego.
Independiente
siempre supo que el campeonato que define su futuro no iba a ser fácil, ya que
dependería, en gran medida, de equipos que dividen por menos temporadas. La
aparición de Argentinos Juniors como el principal rival en la lucha por salir
de la zona caliente, creó una pequeña luz de esperanza en el camino. Pero la
falta de respuestas futbolísticas produjo que, a esta altura, el Rojo ya no
dependa de sí mismo para salvarse.
En
la foto final aparecerá Miguel Brindisi, el entrenador que intentó disfrazarse
de bombero, el menos responsable. Aparecerán aquellos jugadores de experiencia
que no estuvieron a la altura de las circunstancias y los juveniles surgidos de
la cantera que pusieron el pecho en el peor momento. Los culpables de semejante
catástrofe deportiva brillarán por su ausencia. A falta de dos fechas para
finalizar el campeonato, sólo un milagro puede salvar a Independiente.
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