Las bombas sobre Londres parecían
vaticinar el nacimiento de uno de los mayores íconos de la historia del rock
aquel verano de 1943. Su padre Joseph, quien introdujo el básquetbol en la isla
británica, siempre quiso que su hijo se dedicara al deporte. Pero Michael
Phillip Jagger ya soñaba con los
escenarios que lo terminarían convirtiendo en una celebridad cuando, a los 15
años, se compró su primera armónica.
Jagger no siempre fue el sujeto
rebelde e irreverente que conocemos hoy en día. Gracias a las buenas notas que
sacó en el colegio secundario obtuvo una beca para estudiar en la London School
of Economics. Pero nunca terminó la universidad y fue en ese momento que
decidió dejar de ser Mike para
convertirse en Mick.
Fue en 1962 que junto con su
amigo Keith Richards dieron comienzo a The
Rolling Stones, una de las bandas más influyentes, longevas y populares de
la historia del rock. Aún hoy, con un promedio de 70 años, sus integrantes no
pierden carisma ni actualidad: “Es una carga pesada llevar encima los recuerdos
de tanta gente”. Jagger, a veces, se siente prisionero de su propia fama.
En poco tiempo, Mick se convirtió
en el prototipo perfecto del cantante de rock: una garganta versátil, un físico
sensual, excéntricos movimientos escénicos y declaraciones explosivas.
Eternamente admirador de la música de Chuck Berry, el bocón cantante siempre se
esforzó por detener el paso del tiempo en la imagen que le devolvía el espejo.
Seguir una dieta a base de semillas macrobióticas, inyectarse glándulas de mono
e injertarse pelo de cuarenta personas son sólo algunos de los ítems que
aparecen en su interminable lista de extrañas ocurrencias. Su cuerpo, al igual
que su música, siempre derivó en una constante experimentación.
Portador de propuestas
demoníacas, se atiborró con un salpicón de drogas y puso en práctica una
infinidad de conductas sexuales polémicas. Se enfrentó a casi todo el mundo y
se volvió un coleccionista de top models.
Quienes tuvieron la oportunidad de entrevistarlo alguna vez lo describen
como “un tipo esquivo y áspero, de respuestas hirientes y actitudes
desafiantes”.
“Cuando cumpla los 33 me retiro.
No quiero dar la misma imagen patética de Elvis en sus últimos años. No
soportaría ser un anciano interpretando Satisfaction
para unos pendejos que podrían ser mis nietos para toda la eternidad”, una vez
Mick predijo su fecha de vencimiento y se equivocó.
Hoy, con 70 años, Michael Jagger
opta por dar una imagen más familiar y conciliadora. Con siete hijos y cuatro
nietos, defiende su filosofía de crianza: que cada uno aprenda a valerse por si
mismo y no dependa de los regalos de nadie. Jagger también apuesta a las causas
solidarias: en 2008 rodó la película Dame
Refugio junto al actor Ben Affleck para conseguir 23 millones de dólares
que las Naciones Unidas necesitaban para proveer de agua potable y equipos de
emergencia a personas damnificadas en la República del Congo.
"El pasado es un sitio espléndido. No quiero cancelarlo ni arrepentirme de él, pero tampoco quiero ser su rehén", Jagger habla desde la elocuencia y con la certeza de que ha dejado su huella. En la década del '60, el movimiento Stone llegaría para quedarse y trascender generaciones. Mick Jagger es una estrella sin tiempo ni edad que, luego de 50 años al servicio del rock, se erige como el sobreviviente de todos los excesos y un tributo a la rebeldía musical.
"El pasado es un sitio espléndido. No quiero cancelarlo ni arrepentirme de él, pero tampoco quiero ser su rehén", Jagger habla desde la elocuencia y con la certeza de que ha dejado su huella. En la década del '60, el movimiento Stone llegaría para quedarse y trascender generaciones. Mick Jagger es una estrella sin tiempo ni edad que, luego de 50 años al servicio del rock, se erige como el sobreviviente de todos los excesos y un tributo a la rebeldía musical.
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