Según la Real
Academia Española, el fútbol es un “Juego entre dos equipos de once jugadores cada uno,
cuya finalidad es hacer entrar un balón por una portería conforme a reglas
determinadas, de las que la más característica es que no puede ser tocado con las
manos ni con los brazos”.
El fútbol es por
lejos el deporte más popular del planeta. No hay país en el que no se
practique. Es un juego que une a la sociedad. En cada país existen innumerables
fanáticos de distintos equipos, y ni hablar cuando el protagonista del juego es
un seleccionado nacional. No importa la clase social ni la religión, el mundo
entero se ve cautivado diariamente por el deporte rey.
Ni siquiera los
británicos, creadores de este juego allá por el siglo XII, se hubieran
imaginado semejante fervor. Con el pasar de los años, se crearon las primeras
reglas para que el juego fuera estandarizado en todas partes. Junto con ello,
surgieron los primeros clubes de fútbol y tiempo después llegó el momento de la
profesionalización y los organismos reguladores.
A lo largo de la
historia, el fútbol ha dejado de ser un espectáculo y se ha convertido en el
negocio más grande del mundo. Por suerte de vez en cuando aparece algún
descarado que hace renacer aquel espíritu de gambeta y alegría.
Los jugadores más destacados
siempre fueron idolatrados en sus respectivos países. Sucedió con Maradona y
Pelé, algo similar a lo que hoy vive el mundo entero con las hazañas de Lionel
Messi cada fin de semana.
En Argentina, el fútbol es en
el ADN cultural de sus habitantes, un elemento tan trascendental como el tango.
Arturo López Peña, autor de Teoría del argentino, expresa: "La
gambeta es una institución porteña, la versión deportiva del tango, que
consiste en una filigrana hecha con las piernas mediante la cual un jugador
determinado, prescindiendo de sus compañeros de equipo, se solaza en
desconcertar a su enemigo ocasional. Va y viene sobre un metro cuadrado como un
bailarín de tango. Sobra a su rival".
El fútbol es
capaz de hacer que cancelemos compromisos, nos quedemos sin voz, cambiemos
nuestro humor, nos abracemos con desconocidos, gritemos de alegría o lloremos
de tristeza. Es un juego que moviliza pueblos enteros y vuelve inmortales a sus
protagonistas. Un fenómeno de inclusión social capaz de hacer que el mundo se
detenga durante noventa minutos.
Aquellas
explosiones de adrenalina y pasión que nacen de las entrañas en cada gol, hacen
que diariamente más creyentes se sigan sumando a esta religión. Fútbol, football, balompié, futebol,
fussball, soccer, fuchibol… Hoy en día no importa la jerga que se utilice,
está más que claro que estamos haciendo referencia al idioma universal.